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También el Servicio de Investigaciones de Chile poseía un departamento de inteligencia. Estos son los organismos que practican los interrogatorios y la tortura en contra de los detenidos después del golpe.

El 31 de diciembre de es creada la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos, que pasa a centralizar los antecedentes de los detenidos con escoltar la prueba de bucheron propósito de asesorar a los Ministerios de Defensa Nacional y del Interior, coordinar la acción, control e información de los lugares de arresto en todo el país y mantener al día las estadísticas pertinentes. En los meses posteriores al golpe desempeña un importante papel en la detención de connotados militares del Gobierno de la Unidad Popular.

La acción represiva del Ejército queda limitada a partir de a la actuación de tropas en los operativos combinados sobre las poblaciones. A partir del segundo semestre deperíodo en que la DINA extiende sus actividades a provincias, la coordinación entre ambos servicios se estrecha. Personas que son arrestadas en ciudades de provincia, especialmente del sur del país, son primero interrogadas por el SIM y luego entregadas a la DINA en Santiago, que empieza a disponer de lugares propios de detención y tortura.

Después M golpe el quehacer del SIFA se centra en la represión de sectores de la propia oficialidad y tropa. Las aprehensiones se hacen sin orden de detención. Los secuestrados son mantenidos incomunicados por largos períodos, sin que se les formulen cargos o se les someta a proceso.

Después del 11 de septiembre lesu actividad se concentra en las provincias de Concepción y Valparaíso, en las que existen grandes bases navales. En Talcahuano provincia de Concepción usa la base naval y el fuerte Borgoño, así como instalaciones le la isla Quiriquina.

Desde el inicio de la represión la actividad del SICAR se encuentra supeditada a los restantes servicios. Sus detenidos son derivados como norma habitual a la DINA. Es frecuente que a los detenidos se les interrogue en el recinto de la Brigada de Servicios Especiales, ubicado en San Isidro con Santa Isabel, próximo al centro de la ciudad.

Efectivos de este cuerpo de inteligencia se incorporan en a la DINA, sirviendo de aprehensores, interrogadores y torturadores, haciéndose cargo incluso de unidades y subunidades. Posteriormente trabajan estrechamente ligados a la CNI, sucesora de la DINA, ya sea formando parte del personal de esta Central o cumpliendo como cuerpo las instrucciones que ella imparte.

Este servicio es un cuerpo policial reconocido en la Constitución, dependiente del Ministerio del Interior, y se extiende a través de todo el territorio nacional. Posee una brigada especializada en asaltos y otras acciones que podrían tener vinculaciones políticas.

Participa habitualmente en acciones represivas, como allanamientos en las poblaciones. Numerosas personas detenidas por este servicio han testimoniado haber sido torturadas salvajemente. Este puede solicitar a cualquier servicio del Estado, municipalidad, empresa o sociedad en la que el Estado tenga representación o participación los informes o documentos que estime necesario para el eficaz cumplimiento de su cometido.

Los agentes cuentan asimismo con informan tes en poblaciones, barrios, conjuntos habitacionales, etc. Algo pudo entreverse de lo que estas normas decían con el decreto-ley 1. El primer concepto coincide, en términos generales, con las funciones que el D. Así fue, si hemos de atenernos a tina versión conocida en el extranjero, sobre lo que expresan los artículos. Su texto sería el siguiente:.

Artículo 9. Artículo El cuartel general estaba instalado en la calle Marcoleta, en las antiguas oficinas de las Juventudes Comunistas. Sus oficinas ocupan otros dos inmuebles, antigua sede del Instituto Forestal. Ahí se instala la Central de Procesamiento de Información, en la que trabajan técnicos altamente cualificados. Se sabe que allí se instaló un moderno equipo adquirido a la ITT y que operaba con expertos de esta transnacional, A comienzos de la DINA dispone de varios lugares de detención N, tortura:.

Un apartamento en la calle Huérfanos, perteneciente a la Escuela de Servicios Escoltar la prueba de bucheron de la Universidad de Chile, en pleno centro de Santiago. Revisla Chilena de Derechas Humanos, primer trimestre desegunda época. Santiago de Chile. Una clínica instalada en la calle Santa Lucía, frente al cerro del mismo nombre, a donde eran trasladadas personas malheridas y prisioneros torturados en estado grave.

También se atiende a funcionarios de la DINA. Su personal habría estado integrado por al menos tres médicos. Las actividades de la DINA se llevaban a cabo en forma secreta. Las personas eran secuestradas de preferencia de noche; si los arrestos eran de día, se procuraba que no hubiera testigos. Producto de las torturas aplicadas, muchos secuestrados fallecieron, pasando así a engrosar la lista de detenidos-desaparecidos.

Existen numerosos testimonios de liberados que vieron o escucharon en los mencionados centros de tortura a compañeros de los cuales no se ha vuelto a saber. El 12 de agosto de se dictan sendos decretos-leyes, el 1.

El primero deroga el D. Las atribuciones y funciones del nuevo organismo no difieren de las que tenía su antecesora. Pero hay una diferencia importante. Escoltar la prueba de bucheron organismo ejecutor de esta nueva atribución que se arrogaba el Ejecutivo habría de ser la Central Nacional de Informaciones. La dirección del nuevo organismo es ocupada por quien había estado al frente de la DINA, el ahora general Manuel Contreras. Pero pocas semanas mas tarde, en noviembre, escoltar la prueba de bucheron designa en su lugar al general Odlanier Mena, quien permanece en el cargo hasta julio de La Constitución dictada en no menciona a la CNI cuando enumera escoltar la prueba de bucheron Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales o de orden.

Estos métodos se dirigen contra miembros de partidos políticos, activistas sindicales o personas que tratan de ayudar a los presos políticos o familiares de personas desaparecidas. Los detenidos son puestos a disposición de tribunales militares, los que funcionan bajo el procedimiento de tiempo de guerra; otros son dejados en libertad en horas de la noche. En este período no se registran detenciones prolongadas en los recintos secretos.

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Desde noviembre de escoltar la prueba de bucheron prensa comienza a dar cuenta de acciones llevadas a cabo por la C. La CNI intensifica la detención, por períodos breves, de personas que luego son puestas en libertad sin ser entregadas a tribunal competente. Los procedimientos son similares a los utilizados por la DINA: el vendaje, la tortura intensa, la incomunicación en lugares secretos, las amenazas contra la familia, las represiones para colaborar y la advertencia de no denunciar los hechos a la Vicaría de la Solidaridad.

Los métodos de amedrentamiento siguen siendo utilizados en gran escala NI con absoluta impunidad seguimiento, concurrencia de civiles no identificados a domicilios, llamadas telefónicas anónimas. La policía se niega a intervenir cuando por casualidad observa la perpetración de estos delitos. Los individuos que participan en los operativos de la CNI visten de civil y tienen a menudo aspecto delictivo.

Se movilizan en autos particulares, incluyendo taxis. En este método de asesinato enmascarado la prensa desempeña un papel decisivo, ya que confiere credibilidad a las versiones oficiales sobre los enfrentamientos. El cuerpo legal que le dio origen asignó a la CNI sólo funciones informativas. Escoltar la prueba de bucheron ley Escuela Militar. Santiago: En noviembre de se deja de utilizar el Estadio Nacional.

En marzo de se cierran los campamentos de Tejas Verdes y Cerro Chena. En noviembre entra a funcionar una parcela denominada Villa Grimaldi. Igualmente se menciona una parcela en Walker Martínez, comuna de La Florida, adonde llevan a los detenidos de Cuatro Alamos. Valparaíso: Durante sigue funcionando, contiguo a la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma, que es el principal centro de interrogatorios de los Servicios de Inteligencia de la zona.

En Concepción funcionan hasta los primeros meses de la Base Naval de Talcahuano y el Fuerte Borgoño que se encuentra en su interior.

En Punta Arenas la mayoría de los recintos señalados anteriormente dejan de funcionar en el primer semestre de Después del 11 de septiembre se organiza un campamento militar para albergar a los políticos, especialmente de la zona norte, bajo la dependencia de la Sexta División del Ejército.

Durante su funcionamiento estuvieron prohibidas las visitas de familiares y de funcionarios de organismos de derechos humanos.

En este campamento fueron ejecutadas 19 personas: siete en virtud de sentencias pronunciadas por consejos de guerra, cinco por sentencia de muerte en escoltar la prueba de bucheron de guerra cuyo texto se desconoce y siete por la aplicación de la denominada Ley de Fuga.

Chacabuco: Ubicado aproximadamente a kilómetros de Antofagasta y 1. Es un pueblo abandonado desde el tiempo de la crisis de las salitreras. Abierto como campo de prisioneros en los primeros días de noviembre dealbergó entre y 1. Durante los seis primeros meses de 1, los detenidos fueron siendo paulatinamente liberados.

A partir de julio el campamento comenzó a vaciarse, siendo los restantes prisioneros trasladados a los recintos de Tres Alamos, Ritoque y Puchuncaví, en la zona central.

Llegaban primeramente a Cuatro Alamos, desde donde solían sacarlos para someterlos a nuevos interrogatorios. En Cuatro Alamos los detenidos se recuperaban de las torturas. El tiempo de permanencia en este pabellón era variable quince a veinte días. En y pasa a ser utilizado como escoltar la prueba de bucheron de interrogatorio y tortura.

El campo estuvo a cargo de carabineros.

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Los detenidos, que presenciaban el ingreso de personas en deplorables condiciones físicas, que provenían de recintos secretos de tortura, vivían bajo la constante amenaza de ser puestos nuevamente a disposición de los servicios de seguridad. Puchuncaví Melinka : Ubicado en el pueblo de Puchuncaví, a pocos metros de la carretera ' provincia de Valparaíso, había pertenecido a la Central Unica de Trabajadores, que lo utilizaba como lugar de veraneo.

Es abierto en julio decon 58 detenidos provenientes del Estadio Chile. Los familiares eran escoltar la prueba de bucheron incluso los niñosfichados y tratados en forma violenta y vejatoria cuando visitaban a sus presos.

Isla Dawson: Ubicada en el extremo sur de Chile, en la provincia de Magallanes, servía de base para un campamento de ingenieros de la Armada. El 16 de septiembre, cinco días después del golpe de Estado, se abre allí un campo de prisioneros, en el que son recluidos los principales integrantes del Gobierno de Allende.

Los detenidos son sometidos a trabajos forzados. Algunos de ellos deben extender alambradas y postes telefónicos. Trabajan también en un pantano sacando fango y vegetales en descomposición. Otros trabajos consisten en cargar camiones con piedras grandes, limpiar caminos, abrir zanjas y canales, acarrear ripio en sacos al hombro y al trote. Este campo estaba bajo la escoltar la prueba de bucheron de la División del Ejército con asiento en Punta Arenas.

No se permitían visitas de familiares, y la correspondencia era censurada en forma rigurosa, lo mismo que las encomiendas. A los detenidos se les obligaba a marchar y a ejecutar diversos tipos de formación militar y calistenias. Se efectuaban simulacros de fusilamientos y grandes despliegues de fuerza, como si la isla fuese a ser atacada desde el exterior.

Los principales políticos del Gobierno de Allende fueron trasladados a Santiago a comienzos de junio de El campo se cierra en octubre de Base Naval de Talcahuano: Funcionó como lugar de interrogatorio desde los primeros meses después del golpe hasta comienzos de Recibían escasa alimentación.

Sufrían vejaciones y humillaciones constantes. Durante los interrogatorios eran incomunicados por diversos lapsos. Los torturas consistían en golpes y aplicación de electricidad. Fuerte Borgoño: Ubicado en el interior de la Base Naval de Talcahuano, albergaba usualmente a unos 40 a 50 detenidos, en grupos de a ocho, en calabozos. Debían dormir sin abrigo sobre el suelo de cernento. La comida era escasa y mala. El tiempo de permanencia variaba entre uno a diez días, durante los cuales eran sometidos a brutales torturas.

Desde el Fuerte Borgoño eran conducidos al gimnasio de la Base, donde se les obligaba a firmar una declaración e que no habían recibido malos tratos. Isla Quiriquina: Este recinto estaba ubicado en la isla del mismo nombre, emplazada en el océano Pacífico, frente a la bahía de Talcahuano, en la provincia de Concepción.

La isla tiene unos cuatro kilómetros de extensión y unos metros de anchura. Sirve escoltar la prueba de bucheron base a la Escuela de Escoltar la prueba de bucheron, provista de casino, gimnasio, casa de residencia de los instructores, etc. Llegó a tener cerca del millar de detenidos políticos de uno v otro sexo.

Durante estos meses los detenidos son obligados a construir el actual recinto, llamado Fuerte Rondizzoní, extenso pabellón que comprende dormitorios, comedores, baños y una pequeña enfermería y, otras habitaciones para el personal de guardia. Al comienzo los detenidos son sometidos escoltar la prueba de bucheron frecuentes castigos.

Se les permite, sin embargo, intercambiar encomiendas y cartas dos veces por semana con sus familiares. Se realizaban frecuentes simulacros de fusilamiento. Los prisioneros eran arrojados al estrecho, cuyas aguas son gélidas.

De allí la gente era sacada para ser torturada, traída y luego de vuelta para que se recuperara. Tejas Verdes: Funcionó como centro de detención e interrogatorio entre enero y mayo de Se les sometía a interrogatorio e intensas torturas en un lugar distante unos diez minutos en vehículo, probablemente en el Regimiento. El largo período de subalimentación, encierro permanente, angustia y humillación a que eran sometidos configuraban formas de apremio psicológico previos al interrogatorio.

Después de los interrogatorios los prisioneros eran trasladados de vuelta al campo y colocados en otra sección, donde se les permitía salir de las cabañas. Al cabo de unos diez días eran liberados o trasladados a otro campo, frecuentemente el Estadio Chile.

Los prisioneros arrestados son conducidos en furgones frigoríficos herméticos; los que llegan lo hacen tendidos boca abajo y vendados en el suelo de camiones de diferentes marcas y modelos, que se introducen en el garaje, donde son fichados y registrados.

A los prisioneros se les mantiene con los ojos tapados, amarrados de pies y manos y sentados en una silla día y noche. Periódicamente se les sacaba a interrogatorio en el tercer piso de la casa, donde se les sometía a intensas torturas. No recibían alimentación y sólo excepcionalmente se les daba de beber. Posteriormente la permanencia se prolonga. Algunos son puestos en libertad. El personal de la DINA a cargo de este recinto era de bajo nivel cultural, posiblemente lumpen, y demostraba especial animosidad en contra de los detenidos que denotaban estudios.

Aparentemente dirigía los interrogatorios y en varias ocasiones practicó detenciones. Al día siguiente fui llevada a una pieza de escoltar la prueba de bucheron, lugar donde vi a numerosas personas que estuvieron conmigo.

Hoy en día sirven de casas de residencia a la CNI. Durante la permanencia en este recinto los prisioneros eran mantenidos con los ojos vendados. No se les proporcionaba comida y sólo eventualmente algo de beber. El tiempo de permanencia era variable, desde uno a treinta días.

Los interrogatorios estaban a cargo de suboficiales al servicio de la DINA. Los torturadores eran elementos lumpen que demostraban gran agresividad. Las atroces torturas produjeron desaparecidos y muertos. A partir del mismo 11 de septiembre dese la utiliza para mantener detenidos políticos. Principalmente allí queda confinado el grupo de civiles, suboficiales y oficiales de la FACH que sería enjuiciado en el Proceso denorninado contra Bachelet y otros.

Este recinto colinda con el Hospital de la FACH, al que eran llevados los detenidos que habían, sido heridos durante la detención o cuya vida peligraba a causa de1as torturas. En virtud de su condición de incomunicados, se les mantiene vendados y sentados en una silla, con las rodillas pegadas a una muralla.

Después de los interrogatorios, permanecen largo tiempo en este recinto, por períodos de hasta diez meses. En casos excepcionales son trasladados a campos de prisioneros o bien liberados. Aparentemente, la AGA deja en enero de de ser ocupada para estos fines.

Algunos de los detenidos son trasladados a la Base Aérea de Colina; otros, a centros secretos de detención y tortura. Sin embargo, testimonios de algunos arrestados en aseveran escoltar la prueba de bucheron la AGA sigue siendo por ese entonces un centro de incomunicación, interrogatorio y tortura.

Las piezas estaban arregladas para albergar tres o cuatro camas. Fuera del recinto había a menudo ambulancias estacionadas. Opera hastapero un par de años antes su actividad empieza a decaer. El interior de este centro ha sido descrito de la siguiente forma por algunos de los que permanecieron confinados en su interior:.

Allí el detenido es insultado y golpeado; si no responde, es desnudado y puesto en la parrilla, amarrado y amordazado. La aplicación de tortura, tanto física como psicológica, puede prolongarse por varios días; escoltar la prueba de bucheron depende de la actitud asumida por el detenido y de la urgencia con que los agentes requieran la información que les interesa. La torre tiene unos seis metros de altura y había sido acondicionada con nichos cuyas puertas miden unos 60 centímetros.

En ellos es encerrado en aislamiento absoluto el prisionero que se escoltar la prueba de bucheron a entregar información y a colaborar. Por testimonios de secuestrados que lograron, sobrevivir a su paso por Villa Grimaldi se sabe que al menos 35 personas que fueron vistas o escuchadas en ese lugar desaparecieron posteriormente.

La suerte de los arrestados se determinaba al parecer en reuniones de consulta que celebraban los comandantes de grupo y el de la BIM, información que era transmitida a la jefatura de la DINA. La decisión de matar se reflejaba en el traslado del prisionero a la Torre, donde quedaba aislado. Las víctimas eran sacadas del recinto durante la noche, en grupos de hasta 20, con objeto de ser eliminadas.

Posteriormente la ficha de identidad individual del muerto era extraída de los archivos de la BIM.

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Colonia Dignidad: En organismos internacionales de Derechos Humanos y en testimonios entregados en Chile se ha denunciado que Colonia Dignidad sirvió de centro de tortura de la DINA, Se trata de una comunidad agrícola situada en Parral, provincia de Linares, en el camino que conduce a las termas de Catillo, unos kilómetros al sur de Santiago.

Pertenece a una supuesta sociedad de beneficencia formada por personas de nacionalidad alemana, una verdadera fortaleza, a la cual es imposible escoltar la prueba de bucheron permiso de los dueños.

Cuenta con un aeropuerto propio y es vigilado por su propia guardia armada. Se puede asegurar que la Colonia Dignidad ha sido utilizada al menos tres veces como campo de torturas y prisión para otros tantos grupos de detenidos políticos. En enero de30 mineros fueron confinados en Escoltar la prueba de bucheron Dignidad. Ellos informan a su vez de un nuevo grupo que ingresó poco tiempo después en el lugar. A todo esto hay que aña.

A los detenidos se les cubre la cabeza con capuchones de cuero que son pegados al rostro con sustancias supuestamente químicas. Eso fue en invierno de Recibimos órdenes de ir primero a Cuatro Alamos, donde debíamos recoger a un preso El nombre del preso que debíamos recoger era "Loro Matías", y ya sabía yo que estaba preso En el período siguiente al golpe de su padre trabajaba en el Ministerio de Defensa.

Aparte de asistir a los conciertos no salía mucho y recibía a pocas personas, todos íntimos como la princesa Isabelle, quien no podía evitar lamentar una vida que consideraba un poco austera para una mujer de apenas treinta años. Deseo que se vuelva a casar y tenga hijos; sería una madre ejemplar. Pero Adriana no quería volver a casarse, cosa de la que Aldo, egoístamente, se alegraba. Recién superados los amores infantiles, sentía por su prima los deseos impetuosos de su joven virilidad, fascinado como estaba por su fino perfil, sus líneas armoniosas, su cintura flexible, su forma de andar involuntariamente ondulante y la manera inimitable que tenía de cubrir de vez en cuando su hermosa mirada aterciopelada bajo unos graciosos impertinentes escoltar la prueba de bucheron oro cincelado, pues era ligeramente miope.

Fuera consciente o no de ello, la belleza de la joven viuda era voluptuosa y el joven soñaba, noche tras noche, con soltar los magníficos cabellos negros que Adriana llevaba enroscados sobre la nuca en un pesado moño brillante.

Adriana lo trataba como a un hermano pequeño, pero el día que, al besarla, él tuvo la osadía de deslizar la boca desde la mejilla hasta la comisura de los labios de su prima, ella lo rechazó con tanta energía que se guardó mucho de volver a hacerlo. Y después el tiempo pasó. Tal vez la condesa adivinó lo que experimentaba, pues, después de ofrecerle una copa de Marsala, se sentó bastante cerca de él. Pero Aldo no le permitió continuar por ese resbaladizo camino. Y, pese al deseo, no quería dejarse arrastrar.

Había que cortar en seco ese galanteo.

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Habría que dedicarla por completo al afecto y a la alegría de vernos de nuevo. La tristeza invadió el bello rostro de óvalo perfecto, mientras Adriana retrocedía y se apoyaba en los cojines del canapé. No te oculto que ese recuerdo me resulta muy doloroso, entre otras cosas porque todavía me reprocho no haberme quedado con ella toda la noche. Si hubiera estado allí, habría podido llamar a su médico, ayudarla, pero no creí que estuviera tan enferma.

Pero, si te suplico que hagas memoria aun a riesgo de hacerte daño, es porque tengo un motivo grave. Tu madre acababa de pasar un resfriado que la había dejado cansada, pero cuando yo fui me pareció que estaba recuperada. Tomamos el té juntas en el escoltar la prueba de bucheron de las Lacas, y todo iba perfectamente hasta que ella se levantó para acompañarme cuando me iba a marchar.

Entonces le dio una especie de mareo. Llamé a su doncella, pero había ido a hacer un recado y fue Celina quien vino. De escoltar la prueba de bucheron formas, parecía que se le había pasado. Tía Isabelle empezaba a recuperar el color, pero aun así las dos insistimos en que fuera a acostarse, y como Celina tenía en el fuego unas confituras que amenazaban con quemarse, me ofrecí para ayudarla.

Ella no quería, pero yo estaba preocupada. Insistí y la ayudé a meterse en la cama. No quiso que llamara al médico porque decía que tenía mucho sueño. Así que la dejé y le pedí a Celina que no la molestara, que ni siquiera quería cenar. Y a la mañana siguiente, Zaccaria me telefoneó para anunciarme… Nada hacía pensar…, nada. Murió mientras dormía, y mira, eso me consuela. La asesinaron. Aldo esperaba un grito, pero sólo oyó un hipido. Temió que Adriana fuera a perder el conocimiento, pero cuando iba a asirla de los hombros para zarandearla oyó susurrar:.

Buscando alrededor, su mirada encontró la copa de Marsala que Adriana no había tocado. La cogió para hacerle beber un sorbo, pero ella se la quitó y la vació de un trago.

Al cabo de un instante ya se había rehecho. Sus ojos recobraron la vida y su voz la firmeza. Lo que he encontrado podría parecer un poco endeble y tengo la intención de buscar yo mismo al criminal. Así que te pido que no comentes con nadie lo que acabo de decirte. Quiero evitar a la memoria de mi madre toda publicidad morbosa y a su cuerpo el ultraje de una autopsia.

Nunca han estado a la altura de los del Consejo de los Diez. Lo suficiente para tentar al miserable al que antes o después echaré el guante, te lo juro. Decididamente, esta guerra ha hecho perder a los hombres todo sentido moral.

Ahora cuéntamelo todo. En cambio, si recuerdas alguna cosa, o si algo o alguien te resulta sospechoso, confío en que me lo digas. Me gustaría darle un abrazo. También dice que, desde que él llegó, la casa anda revuelta y doña Adriana también. Es escoltar la prueba de bucheron sirviente.

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Desde hace siglos ha habido en Venecia criados e incluso esclavos procedentes de todas partes, y con frecuencia escogidos por su físico —repuso Aldo con una pizca, de severidad—. Y sé muy bien quién es doña Adriana. Su vieja gobernanta y yo simplemente tememos que escoltar la prueba de bucheron ella quien esté olvidando un poco su grandeza.

Claro que, después de todo, era asunto de Adriana, no suyo. Esa primera noche, pidió escoltar la prueba de bucheron le sirvieran la cena en el salón de las Lacas y decidió ponerse un esmoquin. Pon la mesa a la misma distancia de los dos retratos. Quiero poder contemplar los dos a la vez. En realidad, antes de tomar una decisión que tendría importantes consecuencias en su futuro, Aldo quería pedir consejo a sus recuerdos. Esa noche, el silencio del salón estaría sorprendentemente vivo.

Como siempre; se mostrarían atentas y serviciales, unidas en el amor que le profesaban. Nada pretencioso, nada convencional se apreciaba en las dos telas de tamaño natural que estaban una frente a otra en medio de las lacas. Ninguna joya salvo una admirable esmeralda en el anular de una mano perfecta. La desnudez de ese retrato le confería un aire moderno que, sorprendentemente, armonizaba a la perfección con la obra de Winterhalter.

El pintor de las bellezas plenas y de los volantes había tenido que plegarse a las exigencias de su modelo.

Ni satenes deslumbrantes, ni muselinas evanescentes, ni encajes fruncidos para Felicia Morosini. Un largo y severo escoltar la prueba de bucheron de amazona negro hacía justicia a una belleza de emperatriz, tocada con un pequeño sombrero de copa envuelto en un velo blanco sobre espesos tirabuzones de cabello negro y lustroso.

Una belleza que había conservado hasta una edad avanzada. Tenía entonces ochenta y cuatro años. En la familia se la consideraba una heroína a causa de sus hazañas. Los austríacos, entonces señores de Venecia, habían fusilado a su esposo contra un muro del Arsenal por incitación a la revuelta, transformando en ese instante a la joven en furia vengadora. Convertida en ferviente bonapartista e instalada en Francia, Felicia, adherida al carbonarismo, intentó sacar de la fortaleza bretona de Taureau a su hermano, preso por defender las mismas opiniones, y disparó en las barricadas parisienses durante las Tres Gloriosas, lo que despertó una admiración sin límites en el pintor Eugène Delacroix, uno de cuyos amores inconfesados fue ella.

Después, su odio hacia el rey Luis Felipe, que la había encarcelado, la llevó a tratar de sacar de su jaula dorada de Schönbrunn al duque de Reichstadt, escoltar la prueba de bucheron hijo del Aguilucho, a quien pretendía restablecer en el trono imperial.

Tenía entonces cincuenta y ocho años, pero el amor de uno de sus amigos, médico, la salvó. Fue él quien, pasada la tormenta, la obligó a regresar a Venecia, donde los abuelos de Aldo la recibieron como a una reina. Desde ese día, con excepción de algunos viajes a París y a Auvernia, a casa de su amiga Hortense de Lauzargues, doña Felicia no se movió del palacio Morosini, donde ante Aldo ocupaba el lugar de la abuela fallecida. Pese al cansancio debido a las vicisitudes del día y a la noche de viaje que lo había precedido, Aldo encontró tanta serenidad en aquella comida de sombras que la prolongó sin siquiera pensar en encender un cigarrillo, escuchando los ruidos de la casa.

Todas esas insignificancias recuperadas le hacían insoportable la idea de separarse de su palacio. Tanto al menos como a las dos nobles damas cuyo consejo solicitaba: una y otra sólo concebían el matrimonio basado en el amor, o como mínimo en un afecto mutuo. Que se dejara comprar las horrorizaría. En ese momento, la mirada de Aldo, siguiendo las volutas azuladas del cigarrillo que finalmente había encendido, se topó con una estatua china de la época Tang, la de un genio guerrero gesticulante que siempre había detestado.

Recordando entonces los sombríos recortes efectuados por Adriana en sus posesiones y el hecho de que doña Isabelle los había aprobado, intuyó que ahí tenía una buena respuesta a sus preguntas mudas. Su vivienda contenía una cantidad increíble de objetos antiguos, algunos de los cuales le eran queridos y otros mucho menos. Él no se negaría a guiar sus primeros pasos.

Cuando salió del salón de las Lacas para ir a su habitación, Aldo sonreía. Morosini cogió entre los dedos el pesado brazalete mongol en el que una profusión de esmeraldas y de perlas, engastadas en oro cincelado, envolvía en una exuberante vegetación un ramillete de zafiros, esmeraldas y diamantes. Violentamente iluminado, el brazalete comenzó a despedir destellos azules y verdes hacia las cuatro esquinas de la habitación.

Durante largos minutos, el príncipe contempló la joya, y su mirada era la de un enamorado. Es un símbolo de amor, por supuesto. Al ofrecérsela, precisé que no la obligaba a convertirse en condesa de Killrenan. Había oído decir que iba a separarse de sus propias piedras y quería verla sonreír.

Noté que la había emocionado y me sentí casi tan feliz como si hubiera aceptado mi presente. Y cuando me marché, me llevaba una pizca de esperanza. Luego… Estaba en Malta cuando me enteré de su muerte. Me dejó consternado. Inmediatamente escapé al otro extremo del mundo. Creo…, creo que la amaba mucho. El monóculo no resistió la emoción y cayó sobre el chaleco. Con mano un tanto trémula, el viejo lord sacó del bolsillo un pañuelo para secarse la punta de la nariz, tiró de su largo bigote antes de volver a colocar el redondel de cristal en escoltar la prueba de bucheron sitio y, una vez dadas todas estas muestras de emoción extrema, se puso a examinar el artesonado del techo.

Morosini sonrió. Pero, puesto que vio a mi madre poco antes de que se fuera, dígame cómo la encontró. Doña Isabel no lo quiso y eso le ha hecho perder la mayor parte de su valor sentimental.

Queda el valor intrínseco. Si quiero continuar navegando a mi capricho sin mermar excesivamente el patrimonio de mis herederos, debo hacer algunos sacrificios. Este ni siquiera lo es, puesto que nunca he considerado esta joya una de mis pertenencias. Véndala lo mejor posible y envíeme el dinero a mi banco.

Le daré la dirección. Hace cuatro años que mi madre murió y usted no tenía mucho interés en volver aquí. Su gesto abarcó la lujosa decoración de su despacho, donde antiguos artesones montados en bibliotecas acristaladas enmarcaban un fresco inacabado de Tiepolo. Ahora, si me considera venido a menos…. Quédeselo y véndalo. Tengo intención de volver a la India después de visitar el Pacífico descendiendo escoltar la prueba de bucheron la Patagonia, y a mi edad…. Después de haberle entregado un recibo y de haber anotado la dirección del banco, Morosini acompañó a su visitante a la lancha que lo conduciría a su barco.

Pero, en el momento en que se estrechaban la mano, el viejo lord retuvo un instante la de Aldo. Desde el comienzo de su actividad, el príncipe anticuario había observado en sus clientes demasiados caprichos como para sorprenderse de este.

El éxito de su empresa había sido inmediato. En cuanto se enteraban de que el palazzo Morosini se había transformado en tienda-exposición, turistas y curiosos acudían en masa. Principalmente, norteamericanos. Llegaban por barcos enteros a Europa, que no los conocía.

Compraban a carretadas, a espuertas, y casi sin regatear. Por su parte, Morosini vendió a una increíble velocidad y a precios inesperados los muebles, tapices y objetos diversos que había decidido sacrificar para poner en marcha su negocio. Se negó por lo menos veinte veces a vender el edificio por unas sumas que, habrían bastado para comprar el palacio de los Dux. Ya bien provisto, pudo lanzarse a la busca de objetos raros, particularmente joyas. Ante todo por gusto personal, pero también con la esperanza de encontrar el rastro del zafiro robado.

Aquello fue un auténtico triunfo. Abrumado de ofertas de compra, tuvo la elegancia de dar preferencia al museo del Capitolio por un precio irrisorio que no llenó su caja, pero asentó su renombre. Sin olvidar el hecho de que la aristocracia veneciana, que no se había privado de ponerle mala cara en sus comienzos, se apresuró a hacerle gozar de nuevo de su favor. Lo consultaron sobre aderezos ancestrales, y aunque en el año seguía comprando muebles antiguos y objetos raros, estaba a punto de convertirse en uno de los mejores expertos europeos en materia de pedrería.

Mientras contemplaba el brazalete, lamentaba no poder adquirirlo para él: la joya habría sido la pieza maestra de la pequeña colección que había empezado hacía poco. Sin embargo, por prometedor que fuera el comienzo de su fortuna, todavía no podía permitirse locuras, y esa compra lo sería. Era un consuelo. El panel acababa de volver a su posición cuando Mina, su secretaria, llamó y entró con una carta en la mano.

Aldo escoltar la prueba de bucheron interrogó con la mirada:. En mi opinión, escoltar la prueba de bucheron cosas bonitas, el lujo, los objetos raros y las joyas caras deberían ser patrimonio de las mujeres decentes.

Señorita Van Zelden, me sorprende. En la memoria del príncipe anticuario surgió un bonito rostro de dientes un poco irregulares pero encantadores hoyuelos. Confieso que no la entiendo: es usted joven, vive en Venecia, donde las mujeres son coquetas, y lleva trajes de institutriz inglesa. Su mirada recorría la delgada y alta silueta de Mina, desde los zapatos planos con cordones, de piel marrón, pasando por el traje sastre cuya falda llegaba a los tobillos, bajo una chaqueta terminada en punta por la espalda, un poco en forma de cucurucho de patatas fritas, apenas iluminado el conjunto por una blusa de piqué blanca de cuello cerrado.

Ni sombra de maquillaje, por supuesto. Y en lo que se refiere a la cabellera, de suntuosos reflejos rojizos, la llevaba estirada, trenzada, disciplinada en un gran moño recogido en la nuca del que no escapaba ni un cabello. Había que reconocer, no obstante, que parecía tener un gran éxito entre los clientes anglosajones, pues les daba, en aquel palacio un tanto voluptuoso, la nota de gravedad que inspiraba confianza. Punto final. Sin embargo, su entrada in casa Morosini se había efectuado de una forma bastante original e incluso excitante.

Cuando salía de una boda en la iglesia de San Zanipolo, el príncipe, al retroceder para admirar la salida del cortejo nupcial, había empujado sin querer a alguien y oído un sonoro grito. Al volverse, tuvo el tiempo justo de ver dos piernas femeninas desaparecer al revés en el Rio dei Mendicanti: era Mina, que en ese momento retrocedía también para contemplar mejor la poderosa estatua ecuestre de Colleone, el condottiere, erigida ante la iglesia.

Acababa de darse un chapuzón en el agua sucia del canal. Morosini, consternado, se apresuró a socorrerla con ayuda de su góndola y de Zian, que esperaban muy cerca de allí.

Sacaron a la siniestrada del agua, la tendieron en la barca y Aldo hizo que la llevaran al palacio, donde Celina se ocupó de ella con su competencia y energía características. Consiguió hacerla hablar e incluso que se confesara con ella: la joven holandesa lloraba como una Magdalena por la pérdida de su bolso, que había caído al fondo del canal con todo el dinero que tenía.

Sólo el pasaporte, que había dejado con la maleta en la pequeña pensión para señoras donde se alojaba, escapaba al desastre. Esta, por su parte, conmovida por la cara de desolación de la chica y su impecable italiano, decidió encargarse de defender sus intereses y se fue en busca de Aldo para ver qué podían hacer en ese sentido.

Por suerte, Morosini podía mucho. Acababa de prescindir de su secretaria, la señora Rasca, que tenía tendencia a confundir sus funciones con las de un vigilante de museo y llevaba diariamente a sus numerosos parientes, amigos y conocidos a admirar las bellas cosas que vendía su jefe. Su espíritu familiar incluso le hacía cerrar los ojos cuando alguno de los visitantes decidía llevarse un modesto recuerdo.

Sacó el reloj y, al ver que faltaba poco para las escoltar la prueba de bucheron, cogió los guantes y el sombrero de encima de un mueble y abrió la puerta del despacho de Mina para recordarle que iba a comer con un cliente. Amarrado ante la escalinata, esperaba un motoscaffo recién estrenado —caoba dorada y cobres relucientes—, soberbio y anacrónico.

Era una de las primeras escoltar la prueba de bucheron con motor que circulaban por la laguna. A Aldo le producía un placer infantil conducir ese hermoso juguete, dotado casi de tanta clase como una góndola y diseñado por Riva, que lo reafirmaba en la opinión de que había que vivir acorde con los tiempos. Puso el motor en marcha y arrancó suavemente. El Guidecca trazó una impecable curva sin levantar apenas espuma en el canal y se dirigió en línea recta hacia San Marco.

El tiempo, ese mes de abril, era fresco, apacible, y olía a algas. El príncipe anticuario se llenó los pulmones de brisa marina procedente del Lido y soltó sus caballos. En la ensenada, a la altura de San Giorgio Maggiore, una brigada de marineros vestidos con trajes de loneta blanca bajaba de un buque de guerra provisto de cañones grises y fondeado a unos cables del Robert-Bruce. El barco negro de lord Killrenan estaba efectuando las maniobras de salida.

Morosini lo saludó con la mano antes de dirigirse hacia el palacio ducal; iluminado por un sol caprichoso, el edificio parecía un ancho bordado rosa orlado de encaje blanco.

Feliz sin saber muy bien por qué, amarró el barco, saltó al muelle, se ajustó el nudo de la corbata antes de saludar cordialmente al procurador Spinelli, que charlaba con un desconocido al pie de la columna de San Teodoro, sonrió a una bonita mujer vestida de azul cielo y comenzó a cruzar la Piazzetta. Le gustaba esa hora del mediodía que imprimía movimiento al corazón de la ciudad.

Entonces, los cafés de la plaza acogían a su contingente de consumidores bulliciosos, cuyas conversaciones apenas se interrumpían cuando, golpeada por los martillos de los dos moros de bronce, la gran campana de la torre del Reloj marcaba las horas luminosas de Venecia. De pronto, maldijo en silencio al constatar que el destino estaba en su contra y que tenía muchas posibilidades de llegar tarde: una extraordinaria aparición avanzaba hacia él ante las miradas de asombro de los curiosos.

Cuando te encontrabas con Luisa Casati, tenías que hacerte a la idea de que sus cabellos habrían cambiado de color desde la vez anterior. Parecía tener a su disposición toda la gama del arco iris, y ese día, bajo las plumas fulgurantes del sombrero, eran de un rojo cegador. Pero usted no la necesita, y naturalmente cuento con su presencia. No era una pregunta. Luisa Casati escoltar la prueba de bucheron las formulaba y en general hacía caso omiso de la respuesta.

Era la Casa Dario, donde ella había acondicionado unos salones grandiosos. Las fiestas que daba eran asombrosas, pero a Morosini no siempre le gustaba su originalidad.

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Aquel drama no hizo sino añadir un toque siniestro a la leyenda de Luisa Casati, que iba en aumento desde que, para permitir bailar a doscientos invitados, había alquilado la Piazzetta, que fue cerrada para el vulgo mediante un cordón de criados suyos vestidos con taparrabos rojos y unidos entre sí con cadenas doradas.

Lo cierto era que no había excentricidad que no se le atribuyera. Incluso se decía que en su mansión francesa de Vésinet, el encantador palacio Rosa que le había comprado a Robert de Montesquiou, criaba serpientes. Morosini, que no se sentía tentado por el famoso baile, respondió que no estaba libre. Las cejas de color azabache se alzaron ligeramente.

El comercio tiene esta clase de exigencias. Esta noche me voy a Ginebra para cerrar una operación importante. A los suizos les horrorizan los microbios. Sobre todo si desea oír noticias de una dama a la que quería mucho. Morosini, turbado, no sabía qué contestar. No me gusta mucho que me dejen de lado.

La dama era encantadora. Pese al descontento que expresaba, su voz era dulce y melodiosa. En cuanto a sus ojos gris claro, eran insondables de tan transparentes. Una preciosidad de criatura.

Pero es verdad que tengo cierta tendencia a monopolizar el primer plano de la escena. Perdóneme, querida, y puesto que él se ha presentado solo, permita que le diga yo quién es usted. Escoltar la prueba de bucheron, le presento a lady Mary Saint Albans, que ha venido expresamente para bailar en mi casa. Y ahora tenemos que marcharnos. La bella inglesa se volvió para obsequiar con una sonrisa al que dejaban allí. Bastante desorientado, por cierto, y sin saber muy bien qué hacer.

El cliente al que tenía que ver era importante. Decididamente, estaba escrito que Morosini llegaría tarde a la cita, que ahora le volvía a la memoria. Dejando escapar un leve suspiro, se volvió para mirar a su prima Adriana. Adriana se echó a reír. Estaba bellísima y parecía de excelente humor. Deberías invitarme a comer; tengo mucha hambre y hace tiempo que no charlamos. Pero, repito, lo siento muchísimo.

Y no me digas que es una locura; si quiero casarme, tengo que cuidar mi aspecto. Te acompaño hasta Escoltar la prueba de bucheron. La pareja estaba llegando a la famosa taberna abierta en Venecia en tiempos de la ocupación austríaca y cuyo pequeño jardín seguía acogiendo a un numeroso contingente de amantes de los embutidos genuinos, cuando de repente apareció Mina, colorada, jadeando y con la cabeza descubierta.

Ni siquiera se había entretenido en ponerse el sombrero y parecía muy alterada:.

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Se diría que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para impedirme comer aquí. Había sacado del bolsillo un papel azul y lo tendía completamente desplegado. Sin decir nada Morosini leyó el telegrama, que era bastante corto:. Vaya hacia las ocho de la tarde a la taberna Fukier. Un cordial saludo. Simon Aronov. Demasiado sorprendido para oír la pregunta, Morosini no contestó.

Estaba pensando, pero, como la condesa insistía, se guardó el telegrama en el bolsillo y sonrió con aparente despreocupación. Le dices a Scapini, el maître, que sois mis invitados. Tiene unos establos magníficos y monta como un dios. Lo uno va por lo otro. Ve a comer con él. Los esmaltes se los enseñas mañana.

Los prepararé y se los dejaré a Mina con los precios… Hazlo por mí, te compensaré —añadió en el tono acariciador que sabía adoptar en determinadas ocasiones y que raramente dejaba de surtir efecto. Un instante después, Adriana Orseolo hacía en Pilsen una entrada digna de la marquesa Casati. El telegrama que llevaba en el bolsillo lo desazonaba un poco, pero sobre todo le producía esa excitación especial del cazador que encuentra unas huellas recientes.

Recibir una invitación de un personaje casi mítico no era nada corriente. Y, si bien las figuras de lord Astor, de Nathan Guggenheim, de Pierpont Morgan y del joyero neoyorquino Harry Winston aparecían en las grandes ventas internacionales, no sucedía lo mismo con la de Simon Aronov, a quien nadie había visto nunca.

No abría la boca, se limitaba a hacer gestos discretos dirigidos al subastador; que siempre lo trataba con una gran reverencia, y se llevaba piezas que hacían llorar de rabia a los conservadores de los museos. Se había acabado por saber que se llamaba Élie Amschel y que era el hombre de confianza de un tal Simon Aronov, cuya permanente ausencia él explicaba sin ambages que se debía a una imposibilidad física, aunque escoltar la prueba de bucheron cerraba como una ostra cuando le hacían otras preguntas, empezando por el lugar de residencia de su jefe.

Mientras se dirigía a su casa, Morosini observaba a su secretaria por el rabillo del ojo. Ya no quedaba ni rastro de la agitación desacostumbrada que le había producido el telegrama. Sin un cabello fuera de su sitio, permanecía sentada en la popa de la lancha, muy erguida, con las manos cruzadas sobre las rodillas, mirando distraídamente el paisaje familiar.

Creo recordar incluso que fue en escoltar la prueba de bucheron con la colección de perlas negras de esa cantante francesa recientemente fallecida, Gaby Deslys. Si considera que he hecho mal en molestarlo —añadió en un tono ofendido—, le ruego que me disculpe y…. Por nada del mundo, en efecto. La mirada de Aldo se posó un instante sobre los mosaicos azules y verdes del palacio Dario, fascinante y precioso con su hiedra y las adelfas que protegían la entrada.

esta serie 43 reclamaciones de otras series, porque su examen ya había existencia de los 62 artículos de la joyería Boucheron y que esos artículos escoltado por soldados iraquíes, y comprobó personalmente que había sido saqueada. dedicado a la ciudad medieval y escrito por Patrick Boucheron, Denis Menjot y Marc Barcelona. No disponemos de pruebas que hagan pensar de otro modo. escoltada por la galera y la barca de Perino, éstas iban empavesadas.

La góndola con la proa de plata escoltar la prueba de bucheron amarrada a uno de los palli de rayas negras y blancas. Sin embargo, ni siquiera a ese precio renunciaría a ir a Polonia. Sentía una especie de cobarde alivio al verse protegido así de un peligro grave, pues, siendo supersticioso como todo buen veneciano, no distaba mucho de ver el papel arrugado que descansaba en su bolsillo como una señal del destino.

La mirada que su secretaria le lanzó a través de los cristales de las gafas estaba cargada de desaprobación. Luego escogió de sus salones un pequeño antorchero antiguo que representaba a un esclavo negro con un taparrabos dorado y llamó a Mina. Mina masculló algo sobre el gusto de la dama por los esclavos negros que a Aldo le pareció divertido.

Me gustaría tener tiempo de comentar con usted las preferencias de nuestra amiga, pero mi tren sale dentro de tres horas y todavía tengo muchas cosas que hacer.

Dicho esto, se fue en busca de Zaccaria, ocupado ya en preparar su maleta con la duda del tiempo que hacía en Varsovia en abril. Estaba convencido, sin saber muy bien por qué, de que se hallaba a pocos pasos de una aventura apasionante. Estaba bajando de nuevo para preparar los esmaltes del conde Bathory y ordenar unos papeles cuando la voz de Mina alternando con otra llegó hasta sus oídos.

Se dispone a salir de viaje y tiene muy poco tiempo, pero si yo puedo serle de alguna utilidad…. Aldo, que tenía muy buen oído, reconoció de inmediato aquel timbre dulce y cantarín: la bella lady Saint Albans, a la que había conocido siguiendo los pasos de Luisa Casati.

Intrigado, pues se preguntaba qué querría de él, empezó por consultar el reloj, decidió que podía tomarse un cuarto de hora y se dirigió hacia las dos mujeres. Muy breve, eso sí. Ella asintió con una inclinación de cabeza y Morosini pensó que, decididamente, poseía una gracia indiscutible. Estoy segura de que mi tío se lo trajo hace un rato y he venido a pedirle que me lo venda.

La información que me da es un poco escasa para identificarlo. Ha venido a verlo esta mañana, y el objeto de su visita no podía ser otro que la venta del brazalete. Desea continuar esa amistad conmigo y nunca ha hecho escala en Venecia sin venir a pasar un rato en nuestra casa.

Debo añadir que no me tiene mucho afecto, pero como no se lo tiene a nadie no hay motivos para que me sienta ofendida. En cuanto al brazalete…. Tengo la seguridad de que llevaba el brazalete encima y juraría que lo ha dejado en sus manos.

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Príncipe, se lo ruego, daría todo cuanto tengo por esa joya. Lo que ha podido hacer de él después…. Aldo no sabía qué hacer cuando, de repente, lady Saint Albans se acercó a él casi hasta tocarlo. Pudo oler su perfume, ver de muy cerca sus bonitos ojos implorantes. Seguro que sospechaba que podría surgirme el mismo deseo que a usted de adquirirla.

Eso explicaría este nuevo viaje. Va a devolvérsela a Mumtaz Mahal. En otras palabras, a vendérsela a alguien de allí. En tal caso, debo tomar otras medidas. Para ir a la India, hay que pasar por el canal de Suez, y todos los escoltar la prueba de bucheron hacen escala en Port Said.

Hay que imponer calma de inmediato. A no ser que no le haya dicho que desea poseer esa joya. Debe resignarse pensando que hay muchas otras joyas en el mundo que una mujer rica puede permitirse comprar.

Lo que yo deseo es el brazalete auténtico, porque era un presente de amor. Aldo empezaba a pensar que la entrevista se eternizaba cuando Mina, que debía de pensar lo mismo, llamó discretamente y entró. Parecía que se había tranquilizado.

Sacó del bolso una pequeña tarjeta, escoltar la prueba de bucheron la dio y, tras intercambiar unas banales fórmulas de cortesía, salió por fin del despacho de Aldo escoltada por Mina. Cuando su visitante se hubo marchado, el príncipe se quedó unos instantes pensando. Mina se las arreglaría para hacerlo llegar a bordo del Robert-Bruce cuando hiciera escala en Port Said. De todas formas, Aldo no tenía ninguna prisa por vender ese pequeño tesoro, que se concedió el tiempo de contemplar otra vez antes de subir a cambiarse de ropa para el viaje y reunirse con Zian en la lancha, que el joven manejaba tan bien como la góndola.

Hacía un tiempo horrendo. Una aguanieve insidiosa caía de un cielo encapotado cuando Aldo Morosini salió de la estación de Varsovia. Un pequeño coche de punto lo condujo por la ruidosa calle Marzalskowska, llena de anuncios luminosos, hasta el hotel Europa, uno de los tres o cuatro establecimientos de lujo de la capital. Aunque estaba muerto de hambre, Morosini no bajó al comedor. Dado que Polonia era un país escoltar la prueba de bucheron se comía entre las dos escoltar la prueba de bucheron las cuatro y donde la cena no se servía nunca antes de las nueve, pensó que tenía el tiempo justo de ir a ver a Aronov y se conformó con pedir que le subieran vodka acompañado de unos zakuskis de pescado ahumado.

Reconfortado por ese refrigerio, se puso una pelliza y el gorro de piel que llevaba gracias a la previsión de Zaccaria, y salió del hotel Europa después de haber preguntado el camino que debía seguir, que no era muy largo. Había parado de llover y a Morosini nada le gustaba tanto como caminar por una ciudad desconocida.

Por la Krakowkie Przedmiescie, llegó a la plaza Zamkowy, cuyo trazado poco armonioso quedaba aplastado por la imponente masa del Zamek, el castillo real con sus torres verdeantes.

Se contentó con echarle un vistazo, prometiéndose volver para visitarlo, y se adentró en una calle silenciosa y mal iluminada que lo condujo directo al Rynek, la gran plaza donde constantemente latía el corazón de Varsovia.

Allí fue donde, antes delos reyes de Polonia, con los trajes de la coronación, recibieron las llaves de oro de la ciudad y acto seguido nombraron a los caballeros de su Milicia Dorada. La plaza, donde seguía habiendo mercado, era noble y bonita. Sus altas casas renacentistas, con los postigos forrados de hierro, conservaban con mucha gracia, bajo los largos tejados oblicuos, un poco de sus pasados sucesivos.

Algunas de esas moradas patricias antes estaban pintadas y quedaban huellas de ello. Aquel edificio no sólo era venerable sino también célebre. Los Fugger, poderosos banqueros de Augsburgo, rivales de los Médicis, que habían llenado Europa con su riqueza y prestado dinero a numerosos soberanos, empezando por el emperador, se habían instalado allí en el siglo XVI para comerciar en vinos, y sus descendientes, tras haber adaptado su apellido al polaco convirtiéndolo en Fukier, continuaban ejerciendo el mismo negocio.

Aldo sabía todo eso desde hacía poco y entró con cierto respeto en el vestíbulo, de cuya bóveda colgaba el modelo de una fragata. Pasado este, se encontró en la sala reservada a los degustadores. Estaba amueblada en ese roble macizo que, con el tiempo, adquiere un bonito color oscuro y brillante. Una serie de grabados antiguos ornaban el artesonado. Si no se tenía en cuenta la decoración, la taberna era similar a muchos otros cafés. Hombres sentados en torno a las mesas bebían vinos de procedencias diversas charlando y fumando.

Después de haberla recorrido con escoltar la prueba de bucheron mirada, Morosini fue a sentarse a una mesa y pidió una botella de tokay. Se la llevaron totalmente polvorienta, con su etiqueta donde figuraba la descripción que se remontaba a la época de los Fugger: Hungariae natum, Poloniae educatum. Y sólo lo hizo después de haber hecho un brindis mudo por las sombras de todos los que habían ido a beber allí antes que él: embajadores de Luis XIV o del rey de Persia, generales de Catalina la Grande, mariscales de Napoleón, Pedro el Grande, casi todos los hombres ilustres de Polonia y especialmente los heroicos guerrilleros que intentaban acabar con el yugo ruso.

El vino era espléndido y Morosini lo tomó con auténtico placer siguiendo las evoluciones de la bonita camarera rubia cuya cintura flexible se movía bajo las cintas multicolores del traje nacional. Una agradable euforia comenzaba a deslizarse por sus venas cuando, de pronto, la conocida figura del pequeño señor Amschel, con su bombín y su corrección perfecta, apareció en la puerta.

Me sorprende. Los italianos siempre han apreciado nuestra ciudad, sobre todo los arquitectos. Por ejemplo, los que construyeron las casas del Rynek. Siempre se han sentido aquí como en su casa. En cuanto a usted, príncipe, sus relaciones familiares deberían abrirle muchas puertas en Polonia. La alta aristocracia europea no conocía muchas fronteras hasta esta guerra.

Tengo aquí algunos primos lejanos y mi padre contaba con muchos amigos. Venía con frecuencia a cazar en los Tatras.


Denisa Allertova Vs Elina Svitolina
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